Restaurante italiano Più Trentanove en Madrid

Ir a uno u otro restaurante italiano en Madrid poco suele tener que ver con su oferta, la inmensa mayoría ofrecen los mismos platos y al final vamos donde más cómodos nos sentimos teniendo claro que lo más importante es comer bien. Y siempre vamos a los mismos 2 o 3 favoritos que tenemos en función de dónde nos pille mejor o donde se aparque bien a esa hora, pero no porque vayamos a comer algo distinto en éste o el de más allá.

También es muy frecuente encontrar en restaurantes italianos cartas interminables con todo tipo de pastas secas, frescas, rellenas y al horno con todo tipo de salsas. No sé a ti, pero a mí las cartas largas me abruman. A mí me gusta entrar a un sitio y decir que me den de comer, lo que ellos quieran, o solo tener que elegir entre unos pocos platos porque el que más me apetece es 1 entre un puñado y no no ser capaz de decidirme porque me apetecen 10 entre 50.

Lo que acabo de comentar es justo lo que no me pasó la noche que visitamos el restaurante Più Trentanove por primera vez. Por un lado encontramos una carta que nos sorprendió de corta que es y, por otro, ofrecen platos que muchos de ellos no habíamos visto antes en muchos otros restaurantes italianos en Madrid. La carta del día que fuimos solo ofrecía 8 entrantes, 6 platos de pasta, 1 carne, 1 pescado y 3 postres, lo que hizo que decidiésemos lo que queríamos rápidamente descartando lo que no nos apetecía en ese momento.

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Las yemas de huevo fritas sobre vieiras asadas con crema de patata sonaba demasiado bien como para no pedirlo, y no defraudó en absoluto. Muy buen detalle también el de ponerte un aperitivo mientras esperas la comida, en nuestro caso fue una rica crema de puerros.

Me encanta la sensación de terminar un plato y no poder dejar de pensar «ya tengo ganas de volver y probar éste, éste y éste entrante también», que es justo lo que pasó mientras esperábamos los principales. Total, no son tantos, ¡solo 8! ;)

Y será de la pasta y no de la carne o el pescado de lo que hable aquí porque fue lo único que probamos, teniamos antojo de pasta y por eso vinimos a Più Trentanove.

La cosa es que desde hacía mucho tiempo yo tenía antojo de tomarme una buena carbonara, ése era el verdadero motivo por el que acabamos yendo a un restaurante italiano. Ya solo teníamos que elegir un plato más, y habiendo elegido uno de pasta dura, por qué no probar uno de pasta fresca rellena. Vuelvo a lo que decía antes de no tener problemas a la hora de elegir, solo había 2 platos de pasta rellena y los dos dijimos casi a la vez «¡éste!».

Los espaguetis a la carbonara estaban deliciosos, ni más ni menos que lo que me llevaba pidiendo el cuerpo desde hacía tanto tiempo. Creo que de una carbonara puede decirse poco por su simplicidad, o está bien hecha o no lo está, y desde luego que ésta estaba bien hecha. Sobra decir que hablo de una carbonara de verdad y no mier**s con nata y jamón york. La pasta por la que nos decantamos fueron unos ravioli rellenos de ternera braseada con crema de zanahoria, un plato que nos tuvo diciendo «¡pero que bueno está!» tras cada bocado. Por cierto, la pasta fresca la hacen ellos.

De nuevo, no habíamos hecho más que terminar los principales, y ya estábamos diciendo que teníamos ganas de volver pronto para probar más cosas.

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De los 3 postres que ofrecían el día que fuimos al restaurante Più Trentanove el tiramisú era lo que más nos apetecía y eso que a mi acompañante no lo gusta nada el café, pero sí el mascarpone y ella acaba rascando solo de la superficie hasta llegar al bizcocho ;)

Se nos pusieron los ojos como platos cuando llega el postre y vemos que lo terminan en la mesa, por mí ninguna pega, pero ella… Pues ella se lo comió y lo disfrutó tanto como yo, no se pasó cogiendo café del fondo del plato pero lo probó y no dijo ni mu.

Desde luego que no es un tiramisú de libro pero todos los sabores que esperas están ahí, ¡y está muy rico!

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Después de cenar pudimos hablar un rato con la dueña, sobre lo que habíamos comido, sobre nuestras dudas y sobre sus planes.

Quieren mantener una carta tan corta para ser capaz de cambiarla regularmente, algo que a mí me gusta; vuelve a romper la tendencia de cómo elegimos un restaurante italiano en Madrid e introduce el factor de la novedad, qué platos nuevos comer en vez de los que ya tenemos trilladísimos en todas partes y si se sigue disfrutando igual.

Me pregunto cómo le habrá sentado en año nuevo al restaurante Più Trentanove, llevo una temporada fuera de Madrid y mientras escribo estas líneas me están entrando ganas de pasarme por allí pronto en cuanto esté de vuelta.